La máquina Enigma, el sistema de cifrado que puso en jaque a Europa
La criptografía, palabra que procede del griepokrypto (oculto) y graphos(escritura), es la disciplina científica que se encarga del cifrado y descifrado de mensajes, es decir, enmascarar mensajes mediante un algoritmo de ofuscación que, además, debe permitir devolver el mensaje a su estado original. La criptografía, históricamente, ha estado vinculada a las campañas militares y los secretos de los gobiernos, de hecho, se dice que la primera técnica criptográfica se usó en el siglo V a.C en la antigua Grecia e incluso, posteriormente, por Julio César en sus campañas militares. Pero si hay un período donde la criptografía tomó una vital importancia fue en la Segunda Guerra Mundial, en la que el cifrado y el descifrado de códigos se convirtió en otro frente más de lucha.
Hubo un sistema de cifrado que fue usado por Alemania y que tuvo en jaque a los aliados, sobre todo, en el Atlántico Norte, donde los convoys de material procedente de Estados Unidos caían presa de los submarinos alemanes que se comunicaban entre sí utilizando el código que generaba uno de los inventos más fascinantes de esa época, la máquina Enigma.
La máquina Enigma fue inventada por un ingeniero alemán, Arthur Scherbius, un experto en electromecánica que, tras la Primera Guerra Mundial, quiso aplicar la tecnología existente para mejorar los sistemas de criptografía de los ejércitos. Su idea, patentada en febrero de 1918, consistía en aplicar el Cifrado de Vigenère o, dicho de otra forma, se aplicaba un algoritmo de sustitución de unas letras por otras. Como Scherbius no contaba con recursos para fabricarla, se asoció con Willie Korn que tenía una compañía llamada Enigma Chiffiermaschinen AG en Berlín. Ambos mejoraron el diseño y en 1923 la presentaron en la Exhibición Postal Internacional de Berlín para el cifrado de secretos comerciales.
¿En qué consistía la máquina Enigma? La máquina Enigma era un dispositivo electromecánico, es decir, tenía una parte eléctrica y otra mecánica. El mecanismo consistía en una serie de teclas, con las letras del alfabeto, al igual que una máquina de escribir, que en realidad eran interruptores que accionaban los dispositivos eléctricos y hacían mover unos cilindros rotatorios. El funcionamiento, cara al usuario, era bastante sencillo. El operador tenía que teclear las letras de su mensaje y anotar las letras que devolvía la máquina (a través de un alfabeto que se iba iluminando). El código a usar se fijaba con las posiciones de los cilindros que constaban, cada uno, de 26 cables que se conectaban al teclado pero, con la particularidad, que el primer cilindro giraba un veintiseisavo de vuelta después de cada pulsación, de tal manera que la posición de las conexiones iba cambiando con cada entrada del teclado, obteniendo un cifrado polialfabético. Además, para dar mayor robustez, el segundo cilindro sólo daba un giro cuando el primero había completado 26 giros y el tercero cuando el segundo había dado sus correspondientes 26 y añadió la posibilidad de que los rodillos pudiesen ser intercambiados de posición, de manera que el número de posibilidades aumentase hasta tener 105.456 alfabetos.
Para verlo: La máquina enigma en funcionamiento
En 1933, Alemania nacionalizó la compañía Enigma Chiffiermaschinen AG y pasó a equipar a todo el ejército Alemán que utilizó estas máquinas de cifrado, a las que le añadieron un cuarto cilindro para complicar aún descifrar de los mensajes. Uno de los primeros casos conocidos de uso de Enigma fue durante la Guerra Civil Española donde fueron utilizadas por el Ejército Español, que contaba con el apoyo de la Alemania nazi.
Hoy en día Enigma sigue siendo un objeto de estudio y uno de los elementos que más expectación genera en cualquier exposición sobre la Segunda Guerra Mundial.
Una frase para terminar:
La mejor fuente de información son las personas que ha nprometido no contárselo a otros (Marcel Mart)
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